Se dice que el Excel lo aguanta todo porque solemos sobreestimar nuestro futuro patrimonio, pero, ¿Qué fallos tenemos y qué sesgos intervienen? Veamos:
1) Rentabilidades poco realistas
El extraordinario rendimiento de la bolsa americana de 2009 a 2022 con un 13,37% de rentabilidad media sumado al boom de las criptomonedas, algunas con retornos disparados, distorsionó por completo las rentabilidades esperadas, especialmente para inversores nóveles.
De repente, leías a mucha gente que esperaba un 12% anualizado mínimo en la bolsa. También veían seguro a Bitcoin en 100.000 dólares para finales de 2021.
Se normalizó lo no normal.
La realidad es que hay ciclos macroeconómicos y que todo ciclo alcista llega a su fin. Y si bien ahora no se ha desplomado la bolsa en términos nominales, sí que hemos perdido un gran poder adquisitivo debido a la terrible inflación que ha llegado y está por llegar.
Partiendo de la premisa de que es realmente difícil batir a los índices bursátiles de manera sostenida a largo plazo, la rentabilidad máxima realista serían la de los propios índices (no puedes batirlos → es tu techo en el mejor escenario).
En los últimos 50 años en el SP500 (con dividendos) ha sido de 10,65%, si ajustamos a inflación se queda en 6,47%.
Leer un 6,47% de rentabilidad anualizada media puede parecer bajo viniendo de un periodo alcista. Pero si queremos hacer unas previsiones realistas, tenemos que tener una rentabilidad realista.
2) Situaciones personales desfavorables
Poca gente cuenta entre sus previsiones con grandes eventos negativos (o cisnes negros como diría Taleb): acabar despedido de su trabajo, una enfermedad o un costoso divorcio.
Pero pasan.
Y aunque algunas personas sean más propensas a que le pasen, nada te garantiza que no te vaya a pasar a ti. No podemos predecirlos, pero sí que nos podemos proteger frente a ellos: Teniendo seguros, separación de bienes y unas previsiones en nuestras finanzas futuras con un presupuesto más holgado en caso de un gran evento negativo.
Pero no todo son grandes catástrofes, afortunadamente. También tenemos gastos puntuales como averías en el coche o en electrodomésticos que no suelen estar previstas en nuestra fabulosa hoja de Excel de previsiones y presupuestos financieros para los próximos años. Pero también pasan.
Es importante
añadir una partida a nuestro presupuesto para este tipo de gastos puntuales, que no deberían suponer un drama para nuestras finanzas si contamos con un buen
fondo de emergencia.
3) Querer creer más de la cuenta
A todos nos ilusiona la idea de que nuestro patrimonio crezca, ganando en libertad financiera y siendo menos dependientes de nuestro trabajo.
Y al ser una idea tan sexy, tiene el peligro de que queramos creer más de la cuenta, que asumamos escenarios extremadamente positivos. O, como decía mi antiguo entrenador: que nos hagamos una paja mental.
Contemplar un escenario idílico durante un rato no tiene nada de malo: nos da una motivación extra para trabajar en dirección a nuestra vida ideal.
Pero pasados los 10 minutos de ensoñación, toca bajar los pies a la tierra y prepararnos para todo tipo de escenarios. Especialmente los negativos.