Santiago es un currito, como tú o como yo.
Conduce su fiat bravo, se va a las canarias de vacaciones y ve algo en Netflix con su mujer después de cenar.
Es informático y ha ido ascendiendo puestos, moviéndose entre empresas. Con los años ha llegado a un muy buen sueldo que le da de sobra para cubrir todos sus gastos.
Su hermano Gonzalo está forrado de pasta. Montó una empresa y le fue bien. Qué coño bien, le fue de puta madre.
Tuvo que trabajar durísimo durante unos años, pero el sacrificio dio sus frutos y ahora, al igual que su hermano Santiago, no pasa apuros económicos.
Pero hay una diferencia fundamental entre los dos.
Una diferencia radical en la manera de afrontar la vida, aunque ambos tengan una posición económica parecida.
Una diferencia que marca tu bienestar desde que cobras tu primera nómina hasta que mueres.
El primer año que Gonzalo, el empresario, facturó 100.000€ se compró un Mustang. Quería renovar su antiguo coche porque el socio de la empresa tenía un Mercedes. Y Gonzalo no podía ser menos.
El Mustang hizo efecto Diderot, y ahora el piso de Gonzalo no le parecía acorde a su status. Como era época de vacas gordas se mudó a un loft del centro, empezó a vestir ropa cara y a llevar un tren de vida de lujo.
Coche de 60.000€, pero 0€ en acciones o fondos.
Yo no soy nadie para juzgar a Gonzalo, él ha ganado su dinero y se lo gasta como le da la gana. Bien por él. Pero yo desde luego que no lo gastaría así.
Si la empresa empieza a dar menos beneficios, a Gonzalo le tocará vender el Mustang por algo que consuma menos combustible (que al precio que está…).
Si quiebra la empresa, el tren de vida de Gonzalo descarrila y vuelta a la casilla de salida. En definitiva, vida de lujo, pero como deje de pedalear por un segundo todo se viene abajo.
Santiago, en cambio, no buscó la felicidad en las apariencias, como un coche o ropa cara. La busco en tener más experiencias que a él le llenaban y le hacían feliz, como visitar sitios patrimonio de la humanidad junto con su familia. Gastaba y disfrutaba gran parte de su sueldo, y otra parte lo invertía.
Tenía un coche de 12.000€, y tras una década invirtiendo en fondos y crowdlending alcanzó los 200.000€ de patrimonio.
Santiago tiene una seguridad financiera sólida para hacer frente a cualquier contratiempo: despidos, averías, derramas, pensión para cuando sea mayor… Incluso puede tomarse unos años sin trabajar si lo necesita.
No se puede decir lo mismo de Gonzalo, que un pequeño contratiempo puede tumbar sus finanzas, además de que su jubilación no depende de él, sino de un agente externo como es el estado.
¿Quién de los dos hermanos crees que tiene más libertad?
Sólo viendo el cochazo, el 99% de la gente te diría que Gonzalo.
Yo tengo una opinión diferente. Quizás tú también.