Nadie te debe nada.
Ni tus padres, ni el gobierno, ni tus amigos, ni tu pareja.
Nadie tiene la obligación de aguantarte en tus peores días. Si lo hacen es porque te quieren y porque tú les aportas algo positivo.
Nadie tiene la obligación de darte un trabajo. Si te contratan es porque tienes unas habilidades útiles que hacen ganar dinero a tu empleador.
Nadie debe de hacerte feliz. Eso es trabajo exclusivamente tuyo.
Si crees que te lo mereces todo, cambia el paradigma.
¿Sabes qué pasa cuando crees que tu pareja tiene la responsabilidad de hacerte feliz, cuando crees que el estado debe de mantenerte o cuando crees que tus amigos deben escucharte pase lo que pase?
Que te enfadarás si no ocurre. Les demandarás algo que ellos no están obligados a hacer. Quieres hacer obligatorio un gesto generoso y altruista. Mal plan.
Cargas en los demás una responsabilidad que es únicamente tuya.
En cambio, si empiezas a creer que nadie te debe nada te relacionarás más con la gente que honestamente se preocupa por ti, sin que tú les demandes nada.
Cambiar el paradigma de “los demás me deben X” a “nadie me debe nada” tiene dos efectos principales muy positivos:
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Tienes relaciones más sanas: La gente no se relaciona contigo porque deban hacerlo (y les presiones para ello), sino porque quieren, porque eres buena compañía. Esto mejora mucho tu autoestima.
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Quieres mejorar: Si entiendes que nadie tiene obligación de relacionarse contigo, sino que lo hacen porque eres una persona que aporta a los demás, te animará a mejorar como persona para ganarte relaciones de calidad.
¡Ojo! Que esto no quiere decir que no merezcamos nada. Eso sería un mensaje demoledor para la autoestima y el mensaje que quiero transmitir es precisamente el contrario.
Estoy seguro de que al otro lado de la pantalla hay una buena persona leyendo esta newsletter (los lectores de Una Vida Ideal son majísimos) que se lo curra muchísimo en su día a día.
Quiere decir que sólo nosotros somos responsables de nuestra vida.
Únicamente siendo conscientes de que nadie nos debe nada es cuando podemos…
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Tener buenas relaciones, porque no demandamos amistad de una manera tóxica a nuestros amigos. Es algo libre y voluntario. Y esto hace que nuestras relaciones sean de mayor calidad y nos llenen más.
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Ser responsables con nuestro dinero, porque no queremos depender de nadie, ni siquiera del estado.
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Sentirnos dueños de nuestra vida (locus de control interno) y tener ganas de mejorarla paso a paso.
¿Has escuchado alguna vez la frase “la vida me debe una”?
Cuando decimos esa frase no estamos hablando nosotros, sino nuestro ego. Creemos que nos merecemos más de lo que tenemos.
No, amigo. La vida no te debe nada ni te lo va a dar.
Has podido tener mucha mala suerte (y ojalá se compense) pero esperar a que la vida te lo devuelva sólo te va a frustrar.
Toca currárselo para que pasen buenas cosas.
Y oye, otra buena noticia tú tampoco le debes nada a nadie. Pero eso no quita ser agradecido con las personas de las que disfrutas en tu vida o con la época en la que has nacido, como veremos al final de la newsletter.