Estamos poseídos.
No por el demonio, sino por nuestras posesiones materiales.
Es de lo más paradójico, pero es así: nuestras posesiones nos poseen.
Hemos pasado de tener lo justo a tener de sobra en un par de generaciones.
Piénsalo por un momento, tus abuelos (si fueron afortunados) se criaron con un par de juguetes de madera o chapa que si se rompían se tenían que reparar.
Hoy en día los niños tienen tantos juguetes que falta espacio en la casa para ponerlos, y con muchos apenas juegan unas horas.
Es decir, que hoy en día nos compramos más ropa de la que nos podemos poner, a nuestros niños le compramos más juguetes de lo que son capaces de jugar y tenemos más aparatitos chorra de amazon o aliexpress que rara vez usamos.
¿Por qué?
Pues porque nos lo podemos permitir. Estoy hablando de un “bendito” problema, un problema del primer mundo, pero de un problema al fin y al cabo.
Inconscientemente nos hemos convertido en una sociedad que consume de manera extrema. Muchísimo más de lo que necesita.
Hemos perdido completamente la referencia de lo que es normal, ¿no crees?
Tanto es así que confundimos necesidad con deseo.
Durante este siglo lo que creemos que son nuestras necesidades han cambiado. Se han expandido.
Conforme nuestra riqueza crece, lo que antes era un lujo ahora lo catalogamos como bien de primera necesidad.
No decimos “quiero un móvil nuevo” sino “necesito un móvil nuevo”. Todo porque no tiene 5G, cámara ojo de pez, la batería le dura menos, tiene un arañazo o por cualquier motivo.
En realidad, nuestras necesidades son las mismas que hace 200 años: agua, comida, ropa, refugio, buenas relaciones sociales y poco más.
El iPhone 11 pro no es una necesidad, es un lujo. Un lujo que puede gustarte y quieras comprar (no hay nada de malo en ello), pero un lujo, al fin y al cabo. Lo mismo con la freidora de aceite o el cepillo de dientes eléctrico.
Si estás en tu casa, date una vuelta y mira a tu alrededor: ¿Cuánto de los objetos que ves realmente necesitas? Seguramente pocos.
Con esto no quiero decir que reduzcas tus posesiones a tan sólo 100 objetos como dicen algunos gurús de minimalismo.
Tampoco que abandones tu vida material para retirarte como monje tibetano.
Quiero lanzar una pequeña alerta de algo que me pasa sobre el exceso de consumo, que seguramente te pase a ti también.
Vivimos en piloto automático, así que pararse a analizar el problema y buscar soluciones para consumir mejor tiene un gran impacto en nuestra vida, ya que consumimos constantemente.
Además, no sólo tiene un buen impacto en tus finanzas personales, también en tu salud mental al no estar rodeado de trastos que añaden ruido a tu espacio vital y desorden a tu mente.